martes, 15 de junio de 2010

Una Dosis de Perdición


Por: Roberto Morales B.

“Hemos comenzado a construir un mejor futuro para nuestro país”, se inauguran colegios, se promocionan hospitales, se crean campañas políticas con niños de bajos recursos y de los lugares mas remotos de nuestra sociedad, es lo que suele aparecer en los medios de comunicación, publicitando de esta manera que nuestro país esta en el camino del crecimiento; sin embargo, en nuestros colegios se están destruyendo vidas que en un futuro, no muy lejano, pasarán a tomar el timón de nuestro país, tendremos que seguir siendo parte de una cadena de corrupción, una cadena devastadora que solo busca rendirnos frente a el enriquecimiento de otros sin importan cuantas vidas cueste obtenerla, sin importar sexo ni edad. El consumo de drogas, dentro y fuera de los colegio, ha pasado a ser un problema de medida extrema.

Colegio San Pedro de Matellini, 12:50 de la tarde, a plena luz del día, los escolares salen rápidamente de sus aulas, muestran sonrisas como señal de que han recuperado su libertad luego de cumplir horas en un penal, salen en grupos, algunos de ellos se van directamente a sus hogares, pero para algunos de ellos, el día recién empieza. Los padres de familias esperan a los mas pequeños, porque los mas jóvenes indican que ya son lo demasiado grandes para poder caminar solos por las calles y poder dirigirse a sus casa por si mismos.

Colegio San Pedro de Matellini, 18:00 horas, el sol empieza a desaparecer y con ello la oscuridad empieza a cubrir con una nublosa sábana nuestro cielo gris, los grupos de alumnos empiezan a huir de las aulas, los grupos son mas pequeños pero muestran mayor fortaleza, son jóvenes de la misma edad del turno de la mañana pero ya empiezan a mostrar un mayor compromiso entre ellos, parecen organizados y están preparados para desafiar a quien se cruce por su camino o a quien no tolere una broma de su parte, listos para demostrar su liderazgo hacia los mas débiles. Para pocos, estos grupos forman parte del ogro que irrumpe en el colegio, mientras para una mayoría, que incrementa en los colegios de nuestra capital, piensa que ser parte de este grupo o pandilla es a donde debe llegar.

Los estudiantes, entre los 12 y 17 años de edad, han comenzado a figurar en las estadísticas, no por sus promedios y por sus méritos, sino más bien por la participación que tienen de acuerdo al consumo de drogas legales e ilegales, participación que ha empezado a escalar y a preocupar a nuestra sociedad por lo organizada que llega a ser,  por los resultados críticos que muestran dentro de la sociedad y por la participación que tienen estos adolescentes en el tráfico de narcóticos.

La presencia de serenos a las puertas del colegio parece ser insuficientes para combatir la situación que se vive al pasar las puertas de la escuela, ya que los traficantes de drogas han sabido engatusarlos para dirigirse al parque que se encuentra a pocos metros del colegio y así ofrecerles drogas, estos malhechores se disfrazan de moto taxistas y llegan a hacerse pasar por sus amigos, hasta llegar al punto de integrar a estos muchachos a ser parte de la compra y venta de drogas ilegales dentro del colegio.

De que nos sirve contar con edificaciones que sean meritorias de una foto cuando nuestros estudiantes, “el futro de nuestro país”,  son los que rápidamente están colapsando en nuestra sociedad, una sociedad que observa atentamente y con los brazos cruzados. Sino hay alguna autoridad que detenga esto, para ellos es lógico creer que bajo el efecto de las drogas se crean capaces de todo, capaces de manejar sus vidas sin darse cuenta que se están dirigiendo a un precipicio donde el vacio espera de ellos para alimentarse  y así como ellos, sino hacemos algo por cambiar, seremos arrastrados sin la oportunidad de cambiar esta situación. 

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